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Recuperar la cultura del Camp d’Elx: un reto permanente

13-09-2024


Recuperar la cultura del Camp d’Elx: un reto permanente

Uno de los mayores desafíos de un museo es la constante labor de revisión, conservación y restauración de sus fondos para el mantenimiento óptimo de las piezas que lo conforman. Es así como el Proyecto Educativo-Museístico de Puçol, además de cumplir con su misión educativa e investigadora, pone su empeño en la salvaguarda de sus colecciones mediante la aplicación de diferentes métodos de conservación preventiva, curativa y estrategias efectivas para combatir el deterioro del paso del tiempo.


En este 2024, se han intervenido cuatro piezas del fondo agrícola-ganadero conservados en el Museo Escolar de Puçol: un carro grande de carga y otro pequeño, una agramadora y un molino de aceite. Estos objetos restaurados se suman a los 206, que se rehabilitaron en un proyecto anterior del año 2023, consolidándose con la edición de un libro-catálogo con el título Utillaje agrícola y ganadero del Camp d’Elx (I). Ambas actividades, impulsadas con el apoyo de la Excma. Diputación Provincial de Alicante, se han realizado con el propósito de cumplir con la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano y la responsabilidad hacia la sociedad.


Para la intervención de las piezas del año vigente, se ha contado con Eva Mendiola, restauradora de bienes patrimoniales, cuya actuación exigía procedimientos y cuidados precisos para subsanar los daños producidos en la madera y el hierro. Se ha puesto especial atención en el tratamiento antixilófagos para la carcoma, así como en el refuerzo estructural de los componentes de madera. En cuanto a las partes metálicas, se ha efectuado una limpieza y aplicación de resinas para evitar la oxidación y corrosión.


Antes del proceso de restauración, el equipo del museo realizó un estudio previo de los objetos seleccionados, en el que se analizaron su contexto histórico, su relevancia y su singularidad en el funcionamiento de los antiguos oficios del campo ilicitano. De esta manera, se puede destacar los siguientes aspectos de cada una de las piezas:


El molino de aceite tuvo una presencia predominante en Elche hasta el siglo XX, impulsado por el extendido cultivo del olivo en el territorio, así como en otras áreas mediterráneas. Esta actividad fomentó la proliferación de almazaras y, con ello, el desarrollo de una industria jabonera en la zona.


La pieza intervenida llegó al museo en 1993 como parte de una donación realizada por Juan Ruiz Rodríguez y José Antón Bonete. Originalmente perteneció a una familia de la partida de Santa Ana y, probablemente, estuvo en funcionamiento desde el siglo XVIII. El molino está compuesto por dos rulos de piedra que, unidos a un eje central, eran accionados mediante tracción animal. Los animales portaban los arreos, que a su vez estaban sujetos a una especie de travesaño de madera conocido como almijarra, artefacto en el cual se ha centrado la restauración.


Otra de las piezas incluidas en este proyecto es la agramadora, una pieza fundamental en el proceso de obtención de la fibra natural del cáñamo. Si hablamos de la influencia de este aprovechamiento en Elche, es menor, en comparación con el auge que vivió en Callosa de Segura y alrededores a partir del siglo XVIII.


Con este mecanismo se quebraba el cáñamo después de haber sido embalsado y secado, de manera que, golpeando la garba desde la parte más baja a la más alta del tallo, se podía extraer de forma eficaz la fibra. La estructura de madera de la agramadora, la cual se ha estabilizado con resina, en el caso de la que expone el museo, está compuesta de un tronco principal con una hendidura, en la que encajaba una pieza móvil con una cuchilla sin filo. Esta se manipulaba con el asa o varestilla.


El resto del material etnográfico que se ha restaurado ha sido intervenido con diferentes metodologías y técnicas reconstructivas, a pesar de tratarse de dos carros con la misma función, siendo uno de mano y otro de trabajo. Estos vehículos forman parte de los medios de transporte para personas y mercancías más usuales a lo largo de la historia, sin ser entonces una excepción en la partida rural de Puçol. En la pedanía hubo un gran número, en comparación con otras, tal como atestigua el censo del archivero de Elche, Ruiz de Lope, en 1861.


Según la zona, la finalidad de uso y su estructura, existían carros de diversas tipologías y con distintas nomenclaturas. En nuestro territorio los más comunes fueron los carros de carga, como los aquí restaurados, y en concreto aquellos construidos con ruedas grandes y caja descubierta. Se manufacturaban con maderas nobles y elementos de hierro, que, dependiendo de la necesidad, era forjado, acerado, templado o fundido. Estos materiales eran trabajados por el carretero o aperador, oficio cuya artesanía también se reconoce en el Museo Escolar de Puçol, donde se exhibe el antiguo taller de aperador de Pedro Sáez Sánchez y su hijo, Enrique Sáez Díez. En este espacio, además, se encuentra una tartana, el tipo de carruaje de mayor confort para el transporte de personas.


Gracias a la capacidad y desempeño del equipo participante, junto con la restauradora seleccionada, se han alcanzado los objetivos propuestos para este proyecto, sin poder obviar un seguimiento y evaluación posterior, con el fin de comprobar la efectividad de los tratamientos elegidos. Asimismo, el Museo Escolar de Puçol, consciente de la cuantiosa colección que posee en sus instalaciones, asumirá nuevos retos de renovar y restaurar más piezas, imprescindibles en la conservación y transmisión de la cultura del Camp d’Elx, que estudiarán y valorarán futuras generaciones.


Autora: Elena Mora. Técnica del Museo Escolar de Puçol


Fotografías: Borja Guilló. Gestor Cultural del Museo Escolar de Puçol

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