Exposiciones

Aparadoras, la conciliación de dos vidas

Del 7 de marzo al 5 de mayo de 2019


Colabora Centro Comercial Ciudad de Elche


El oficio de aparadora es, de todos los ligados a la fabricación del calzado, el más eminentemente femenino. Consiste en trabajar las piezas de piel u otro material que conforman la parte superior del zapato: rebajado y dividido, forrado y refuerzo, doblado y, por último, cosido. Su pericia para dar forma a la pieza es primordial y su experiencia ayuda al patronista a mejorar el diseño de cada modelo después de realizar las muestras. Es, por lo tanto, uno de los trabajos esenciales en la fabricación de todo tipo de calzado.


En Elche, esta industria ha sido, durante más de un siglo, la base de la economía local. Sin embargo, una de las características de esta industria es la descentralización del proceso productivo:  muchas pequeñas empresas se han especializado en una fase concreta de este proceso, por lo que un solo par de zapatos puede pasar por varios talleres o contener piezas de diferentes fábricas antes de estar terminado. El aparado es una de esas secciones, siendo habitual encontrar talleres que se dedican solamente a esta tarea.


Esta estructura descentralizada desciende directamente de la industria alpargatera que dominó la actividad económica ilicitana desde el siglo XIX, en la que algunas partes del proceso productivo se realizaban en casas particulares por trabajadores/as, a los/as que se pagaba a destajo. Normalmente, las mujeres eran las costureras que ensamblaban las piezas de lona de las alpargatas, cosiendo a mano. A finales del ochocientos se popularizó la máquina de coser, que permitió multiplicar la producción de estas trabajadoras de la alpargata, y que las acompañó en el cambio a la producción de calzado de cuero y otros materiales.


Las aparadoras son un ejemplo fehaciente de la conciliación laboral y familiar a la que la mujer se ha tenido que adaptar desde su incorporación al trabajo fuera de casa. Bien en una fábrica o taller especializado, o bien en su propio domicilio, la aparadora trabaja a destajo, cobrando por los pares que realiza, al tiempo que ejerce de ama de casa y madre.


La primera de estas opciones, trabajar fuera de casa, les ha permitido tener una vida más independiente y, en ocasiones, cotizar en la seguridad social.


Trabajar en su domicilio les ha facilitado la conciliación familiar, pues la libertad de horarios y el que toda su actividad se ubique en un mismo espacio han sido ventajas evidentes en este sentido. Sin embargo, esto ha propiciado el que su trabajo no se haya declarado legalmente y se las haya mantenido como parte de la economía sumergida que aqueja desde siempre a este sector.


La capacidad de estas trabajadoras para gestionar la conciliación laboral y familiar es motivo de homenaje en esta muestra, que esperamos sirva para reivindicar el papel primordial de la aparadora en la industria y en la sociedad de Elche. 


“Aparadoras, la conciliación de dos vidas” recrea el salón de una vivienda ilicitana, en la que una mujer trabaja con su máquina de aparar en la confección de zapatos, mientras su hijo adolescente merienda y hace los deberes, mostrando así esa dualidad entre el mundo laboral y el familiar.

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