Del 30 de septiembre al 15 de diciembre de 2021

Saturnino Calleja nació en Burgos en 1853, a los 15 años se mudó a Madrid con su familia y continuó sus estudios hasta que, en 1876 le compró a su propio padre una librería con una pequeña imprenta. Tan solo dos años después se embarcó en un pequeño negocio editorial que acabaría siendo el mayor del mundo en habla hispana.

Adoptando el lema ‘Todo por la ilustración’ se dedicó, desde sus inicios, a editar publicaciones relacionadas con la educación y el entretenimiento infantil. Aquí encontró un campo apenas explorado por otras empresas del sector, lo que le hizo crecer desmesuradamente y de forma muy rápida, hasta editar más de tres millones de ejemplares anuales.

Su gran visión comercial le encaminó a editar publicaciones llamativas y a bajo precio. Les daba gran importancia a las portadas de los libros, tanta como a su contenido, pues al hacerlos atractivos por fuera conseguía llegar a un público más amplio.

En la exposición encontramos tres vitrinas, que se corresponden con las tres líneas principales que mantuvo la editorial.

La primera es la de cuentos y lectura infantil, que es, quizás, el aspecto más conocido y por el que todavía es recordada, especialmente en la popular expresión ‘Tener más cuento que calleja’. Estos cuentos se hicieron tremendamente populares tanto por sus historias como por las ilustraciones que les acompañaban, y fueron las primeras lecturas infantiles para muchas generaciones entre finales del s.XIX y principios del s.XX.

La siguiente vitrina se dedica a la que quizás sea la línea más importante de esta editorial, la de libro escolar. Saturnino Calleja fue un convencido de la importancia de la educación y del apoyo a la labor docente. En su época esto no era tan común, y el empeño con el que acometió la modernización de este sector lo colocó en el vórtice del regeneracionismo que supuso el reinado de Alfonso XII. Destaca aquí la primera edición del Quijote como lectura escolar, resumida y simplificada para acercarla a un público infantil.

Por último, encontramos una muestra de las ediciones destinadas a un público adulto, pues Calleja también estaba interesado en impulsar la formación en esta etapa, así encontramos publicaciones que se centran en el aprendizaje de oficios o en materias como el derecho. También ediciones de clásicos de la literatura y de novelas propias. Mención aparte merecen las obras religiosas, de las que se llegaron a editar unas quinientas referencias diferentes.

Tras la muerte del fundador, en 1915, sus hijos continuaron con el negocio, que se mantuvo hasta su cierre definitivo en 1958.