15-11-2024
Desde finales del siglo XIX, gracias a los avances científicos, se pudieron concebir y perfeccionar aparatos eléctricos sencillos, que, pese a tener poca presencia en los hogares en un primer momento, fueron fundamentales para su desarrollo en las siguientes décadas.
En España, la comercialización de los primeros modelos comenzó en la década de 1920. Su presencia en ferias comerciales captó la atención de los distribuidores, que, mediante estrategias publicitarias en medios y soportes impresos, fueron capaces de comercializar las primeras unidades. Por primera vez, esta nueva serie de artefactos eléctricos se introdujo en las viviendas españolas, concretamente en aquellas que pertenecían a familias acomodadas en las principales ciudades del país.
La estrategia comercial se apoyaba en técnicas de venta modernas y publicidad muy llamativa, destacando algunos de los beneficios que estos productos ofrecían al/a consumidor/a, como la simplificación de tareas domésticas, que hasta entonces eran costosas y requerían más tiempo.
A medida que el mercado ganó importancia, la competencia fue creciendo, con nuevas marcas que buscaban hacerse un hueco, copando las páginas de revistas y periódicos, con atractivos diseños, eslóganes publicitarios y nuevas fórmulas que promovían un mayor confort y el desarrollo social.
En sus inicios, los electrodomésticos estaban fuera del alcance de la mayoría de las familias españolas. Sin embargo, esta realidad comenzó a transformarse en las décadas siguientes gracias a varios factores, como la llegada y mejora de las redes eléctricas en pequeñas poblaciones y zonas rurales; la variedad de modelos, que ofrecían una amplia gama de precios, con modelos accesibles para muchos bolsillos; y algunas técnicas comerciales como la venta a crédito o la venta a plazos. El mercado del sector, consciente del papel de la mujer como ama de casa durante esta época, planteó una publicidad dirigida a ellas, llegando a incluir su imagen en carteles y folletos promocionales. La voluntad de los fabricantes era llegar a todos los hogares, ofreciendo no solo un aparato eléctrico, sino la promesa de la felicidad y el bienestar.
El surgimiento de esta nueva sociedad de consumo provocó una transformación significativa en los hábitos y espacios domésticos, impulsada por la aparición de nuevos productos, promovidos a través de campañas publicitarias en medios impresos, cuñas de radio y anuncios televisivos.
El Museo Escolar de Puçol reúne una muestra de estos primeros aparatos: planchas eléctricas, aspiradores, frigoríficos o lavadoras, pero también otros aparatos innovadores destinados al ocio y al bienestar en el hogar, como la radio, la televisión, el ventilador o la calefacción. Estos dispositivos, representativos de mediados del siglo XX, forman parte del acervo del museo y simbolizan una época de cambio, en la que la modernidad comenzaba a desplazar el modelo de vida tradicional.