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Patrimonio Industrial ¿por qué? A cuento de la restauración de una prensa troqueladora

17-07-2019


Patrimonio Industrial ¿por qué? A cuento de la restauración de una prensa troqueladora

Desde los coleccionismos del siglo XIX y durante todo el siglo XX, nuestra sociedad desarrolló un creciente interés por el conocimiento y la conservación de la historia y su patrimonio. Al mismo tiempo y casi sin darnos cuenta, nos encontrábamos inmersos en un proceso de cambio, evolución o como quieran llamarlo que ha transformado nuestro mundo de forma radical.


La mecanización de la producción ha generado paisajes, arquitecturas, artefactos, utensilios, muebles y archivos que, de otra manera, no existirían. El paisaje industrial nos es cercano, tanto en el tiempo como en el medio físico, eso hace que no lo percibamos como algo histórico, pero ¡ah señores!, el siglo XX nos ha dejado hitos históricos y tecnológicos por todas partes.


El motivo de esta reflexión es la reciente intervención sobre una troqueladora conservada por la Fundación Proyecto Pusol. La observación de esta máquina nos lleva a un tiempo que se nos antoja muy lejano y, sin embargo, dista 60 años del momento que vivimos, lleno de tecnología, inmediatez y más tecnología. Esta máquina nos habla de los primeros talleres ilicitanos, de las primeras fabriquetas, también de las primeras fábricas, nuestra primera industria a fin de cuentas que, no solo es nuestra, es reflejo de lo que ocurría en otros muchos lugares.


En este momento el hombre estaba al servicio de la máquina, debía adaptarse a su ritmo y no existía la posibilidad de parar una máquina de forma autónoma sin afectar al resto, ya que todas se conectaban a un mismo mecanismo que hacía funcionar toda la fábrica a la vez. Pero estas máquinas estuvieron en funcionamiento más de 50 años ¡50 años! Díganme cuánto tiempo funciona su frigorífico o su teléfono móvil. En esos 50 años cambiaron muchas cosas, los empresarios audaces buscaban nuevas mejoras en los sistemas de producción, en la comercialización, en todos los aspectos que influyen en su negocio. Fruto de este afán de mejora en nuestra troqueladora se añade un utensilio de hierro, que debe hacer la función de freno, bloqueando los engranajes de la máquina, además encontramos un diferencial eléctrico, lo que nos hace pensar en una adaptación a la red eléctrica y en la posibilidad de desconectar esta máquina sin detener las demás. Supone sin duda un gran avance también para el operario.


El mundo no siempre ha sido como lo conocemos y nunca será como lo conocemos, la conservación del patrimonio es imprescindible para entender esto, para conocernos, para entender dónde estamos. Tenemos la oportunidad impagable de poder conservar nuestra historia reciente con los testimonios de las personas que la han hecho posible.


Si me preguntan si es necesario un museo de la industria en Elche debo responder un rotundo SI. Si me preguntan dónde, para mí, el casco urbano, que vio nacer esta industria, es el lugar idóneo.


Autora: Eva Mendiola, restauradora de antigüedades.

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