Del 17 de junio al 16 de noviembre de 2015
Ante la situación de crisis climática actual y sus devastadores efectos en la salud del planeta, es urgente revisar nuestros hábitos de producción y consumo rápidos y desmedidos, los cuales tienen como consecuencia la gran contaminación existente en nuestro entorno, provocada principalmente por los procesos químicos y por la generación excesiva de plásticos y otros residuos.
Para combatir este impacto negativo, se implica a la ciudadanía en la conocida filosofía verde de las “tres erres”, es decir, reducir, reutilizar y reciclar. Pero estas acciones no son, muchas veces, suficientes y es por ello que, desde el museo, proponemos mirar al pasado del Camp d’Elx para rescatar algunas prácticas, artesanías, aprovechamientos y usos de materiales que se pueden considerar totalmente sostenibles. Se podría decir entonces que la cultura del reciclaje o lo que hoy llamamos “economía circular” siempre ha existido, aunque fuera por circunstancias de cada familia o por las posibilidades del propio medio rural.
A lo largo de los paneles que aquí se muestran, cuya elaboración y diseño se ha realizado con materiales reciclados a través de la colaboración de la comunidad escolar y del vecindario de Puçol, se recorren diferentes aspectos de la sociedad en los cuales se arreglaba, se remendaba y se aprovechaba todo al máximo.
Dar una segunda vida a las camisas del padre, heredar los vestidos de las hermanas o remendar los zapatos han sido sustituidas por inmensas tiendas on line con ropa de usar y tirar; herramientas con las que se trabajaba cada día, como aperos y transportes como la bicicleta, se reparaban con ingenio por parte de los propios treballaors para ahorrar una nueva compra; cacharrería cotidiana de cerámica y cristal, fundamentales en la vida tradicional, se renovaban con oficios perdidos como el del lañador; materias primas y fibras naturales, tan importantes en nuestro territorio, como el esparto, el junco o las obtenidas de la palmera, han servido para multitud de usos que hoy en día no tienen cabida, dada su alta laboriosidad; juguetes de madera, muñecas de trapo o pilotes de cuero, eran algunos de los objetos hechos por los propios niños y familias para poder divertirse, disponiendo también de su imaginación y de su cuerpo para hacerlo, así como de su entorno natural. La creatividad parece que no está de moda.
Para concluir la exposición, se ha pretendido insuflar algo de esperanza mediante el reconocimiento de la labor del proyecto pedagógico de Puçol, en el que el papel de los escolares y sus pequeños gestos diarios son primordiales para garantizar un futuro más sostenible, empezando desde sus primeros pasos en el colegio con acciones como las siguientes: evitar productos desechables, uso responsable de los materiales escolares, separar residuos o crear compost.
Junto con el impulso de todo equipo del museo, la exposición comisariada por los escolares de quinto y sexto curso, puede convertirse en modelo de referencia no solo con “las erres” de nuestra cultura, sino también con las piezas recicladas resultantes fruto de esta indispensable y necesaria colaboración que se celebra cada año.